Una «pequeña América» en el Afganistán de 1946

La historia sobre cómo el Creciente Dorado (Afganistán – Pakistán) llegó a monopolizar el tráfico de opio y heroína internacional de nuestros días, comienza en 1946, cuando un grupo selecto de ingenieros estadounidenses acompañados por sus familias llegan a Helmand, en el sur de un Afganistán. Se llamaban así mismos «Emkayans» y todos ellos residían en un complejo de casas que rodeaba el palacio de campo del rey de Afganistán, Zahir Sha.

En 1946, llegaban a Afganistán un grupo de selectos ingenieros estadounidenses de Morrison Knudsen, la mayor corporación americana de la época. El objetivo, cumplir el sueño del rey de Afganistán, Zahir Sha, para modernizar el país siguiendo el modelo de Franklin Delano Roosevelt en los EEUU durante los años 30.

El lugar llegó a ser conocido como «Little America». Los ingenieros eran empleados de Morrison Knudsen, empresa que en aquellos días era la mayor corporación de construcción del mundo y cuyo lema rezaba así: «Construir de todo, desde represas a aeropuertos, carreteras, puentes en cualquier lugar del mundo». [1]

Zahir Sha tenía un sueño para su país. Había ideado un ambicioso proyecto para construir una serie de infraestructuras hídricas que permitirían generar electricidad y ampliar las zonas de cultivo y regadíos en un país que posee poco más del 10% de tierras cultivables.

Pero el complicado mundo de la Guerra Fría y las rivalidades étnicas y políticas, provocaría la caída del país en una espiral de caos y destrucción que se ha mantenido hasta nuestros días, lo que, sin embargo, no le ha impedido convertirse en el país que junto con Pakistán (ambos denominados el Creciente Dorado), han monopolizado el 90% del cultivo y producción de opio y heroína.

Complejo Little America en Afganistán donde los ingenieros y sus familias vivían cerca del palacio de campo del rey
Complejo Little America donde los ingenieros y sus familias vivían cerca del palacio de campo del rey. Helmand’s Golden Age. Afghanistan once faced the future with confidence. Monica Whitlock. http://www.bbc.co.uk/news/special/2014/newsspec_8529/index.html

Zahir Shah, el hombre que pudo reinar

Mohammed Zahir Shah quería aprovechar el poder del enorme río Helmand, en el sur de Afganistán, para generar la electricidad necesaria que llevara al país hacia un nuevo horizonte de progreso y beneficios para toda la población afgana, una población que vivía en unas condiciones durísimas. Zahir Shah quería conseguir lo mismo que el presidente Franklin Delano Roosevelt había conseguido en la década de los años 30 gracias a sus proyectos de inversión pública en infraestructuras y enormes proyectos de ingeniería.

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El 13 de noviembre de 2002, Robert Fisk, el controvertido corresponsal del The Independent informando desde las Naciones Unidas el día después del discurso de George Bush ante la 57 Asamblea General de Naciones Unidas, [G] se hacía una pregunta, «¿Cómo se llamaba aquel río que atravesó Julio César?, ¿No era el Rubicón?», para luego sentenciar, «es posible que Bush cruzara ayer ese mismo río» [H], en alusión a su decidida postura de llevar adelante su «guerra contra el terrorismo» y su presencia continuada en Afganistán.

Desde 1946, el Rubicón afgano ha estado íntimamente relacionado en su historia reciente con la transformación de la cuenca del río Helmand y el sueño del rey Zahir Sha por modernizar el país, un rey que no pudo reinar y que vio convertido su proyecto, en un juego de intereses políticos y geopolíticos que lo condenaron junto a sus gentes extraordinarias, representadas por sus innumerables etnias y costumbres ancestrales, a convertirse en el productor de más del 90% del opio mundial. [22]

FUENTES

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