Escuadrón 731, el programa de armas biológicas japonés

El Escuadrón 731 fue un programa de investigación y desarrollo de armas biológicas del Ejército Imperial Japonés. Su nombre oficial era Laboratorio de Investigación y Prevención Epidémica del Ministerio Político Kempeitai, y estaba dirigido por la policía militar del Ejército Imperial (Kempeitai).

El Escuadrón 731 llevó a cabo experimentos con seres humanos de forma sistemática y normalizada. Estos experimentos serían difíciles de creer si no fuera por la cantidad de documentación que fue recabada tras la guerra por el ejército estadounidense.

El objetivo del Escuadrón 731 era desarrollar armas bacteriológicas con nuevas cepas más agresivas y resistentes de enfermedades altamente infecciosas, como la peste bubónica. Algunos altos mandos militares japoneses creían que estas armas serían decisivas para ganar la guerra contra Estados Unidos.

Contexto

Desde mediados de los años 20, facciones militaristas y sociedades secretas compuestas por oficiales militares y líderes políticos presionaron al gobierno para que adoptara políticas expansionistas. En ese contexto, Japón se estableció en Corea y puso un primer pie en Manchuria. Manchuria era un territorio codiciado por los japoneses por su riqueza mineral y su importancia geoestratégica.

Hayashiya, Tomojirō y Shimakage Chikai, escritores de la escuela budista Sōtō Zen, publicaron el libro The Buddhist View of War (Bukkyō no sensō-kan), en el que una de sus tesis principales era: «Con el fin de establecer la paz eterna en el este de Asia, despertando la gran benevolencia y compasión del budismo, a veces aceptamos y, a veces, forzamos. Ahora no tenemos más opción que ejercer la fuerza benevolente de ‘matar a uno para que muchos puedan vivir’ (issatsu tashō). Los budistas japoneses […] creen que la guerra llevada a cabo por una [buena] razón, está de acuerdo con la gran benevolencia y compasión del budismo».

El líder del Escuadrón 731

El Escuadrón 731 fue puesta en manos del general Shirō Ishii. Shirō Ishii se graduó de la Academia Imperial del Ejército en 1916 y se unió al Cuerpo Médico del Ejército. En 1921, fue enviado a Manchuria, donde se convirtió en el jefe del Laboratorio de Investigación y Prevención Epidémica del Ministerio Político Kempeitai. Ishii estaba convencido de que las armas biológicas serían decisivas para ganar la guerra. Dirigió el Escuadrón 731, un programa de investigación y desarrollo de armas biológicas que llevó a cabo experimentos con seres humanos.

Los experimentos de Ishii fueron inhumanos y crueles. Se realizaron sobre prisioneros de guerra, civiles y personas secuestradas. Los prisioneros eran infectados con enfermedades infecciosas, sometidos a cirugías sin anestesia y asesinados de formas horribles. Ishii fue un criminal de guerra que cometió atrocidades que nunca deben olvidarse. Sin embargo, también fue un producto de su tiempo. Su ascenso al poder fue posible gracias al ambiente de militarismo y expansionismo que prevalecía en Japón en las décadas de 1920 y 1930.

Experimentación bacteriológica con humanos

Los experimentos con humanos del Escuadrón 731 se llevaron a cabo de forma metódica y sistemática, con registros exhaustivos de los procedimientos y resultados. Estos experimentos fueron, sin lugar a dudas, los más atroces jamás realizados sobre seres humanos.

Los prisioneros del Escuadrón 731 fueron sometidos a una amplia gama de experimentos, algunos de ellos llevados a cabo por científicos individuales por mera curiosidad. Lo más habitual era que las víctimas fueran inoculadas con cepas modificadas de patógenos de todo tipo para estudiar la evolución de la infección. En la última etapa de la infección, las víctimas eran sometidas a una vivisección sin anestesia para registrar el estado de la infección y su virulencia.

Los experimentos eran especialmente atroces. Algunos de ellos consistían en infectar a las víctimas con enfermedades infecciosas para más tarde realizarles vivisecciones sin anestesia. También eran expuestos a armas químicas para conocer de primera mano los efectos provocados en cada una de las fases desde que se exponían a los agentes químicos. Muchos de ellos morían a causa de los experimentos, y los que sobrevivían eran asesinados.

El programa de guerra biológica japonés fue un esfuerzo sin precedentes para desarrollar armas biológicas. Shirō Ishii, el jefe del Escuadrón 731, creía que los gérmenes más virulentos eran armas que podían ser desarrolladas y mejoradas de la misma manera que las armas tradicionales. Los experimentos del Escuadrón 731 fueron los más atroces jamás realizados sobre seres humanos.

Para comprender (nunca justificar) cómo los científicos japoneses pudieron llevar a cabo semejantes atrocidades, es necesario entender el contexto ideológico y cultural de la época. En la década de 1930, Japón se encontraba en un proceso de militarización y expansionismo. El gobierno japonés estaba dominado por un grupo de militares y nacionalistas que creían en la superioridad de la raza japonesa. Este contexto ideológico creó un ambiente propicio para la  invasión japonesa de China y dentro de esta, la experimentación con humanos. Los científicos japoneses creían que estaban desarrollando armas que ayudarían a Japón a ganar la guerra y a expandir su imperio.

Los experimentos del Escuadrón 731 fueron un crimen de guerra atroz que nunca debería olvidarse por su magnitud y barbarie.